La ciudad, lugar en el que el tiempo transcurre sin darse cuenta, en
donde los cambios de la modernidad están presentes y seguirán estándolo, en
donde el espacio se hace desconocido; una ciudad que es algo totalmente
novedoso y sorprendente para alguien proveniente de otro sitio, que es el caso
de alguien de los Llanos venezolanos en
donde sus áreas urbanas son distintas a una ciudad con alta densidad de
población, Caracas.
Primero pensemos en la palabra “ciudad”,
lo primero que se nos viene a la mente es: edificios, avenidas, tráfico,
estrés, contaminación, entre otras cosas. Muchas veces la forma de ver la
ciudad se encuentra envuelta por la forma de vivirla, ya que salir para ir a
trabajar o estudiar, para llegar y hacer la rutina de cada día, no es lo mismo
que salir a dar un paseo para apreciar la ciudad.
La ciudad como Caracas en donde se nota la globalización que es parte
del constante proceso de modernización, al verla de otro modo que no es el que
describen los relatos sobre ella, sino
viéndola uno mismo, ver la exhibición en persona, hace que se tenga una
definición más personal de lo que es Caracas (de lo que es una ciudad).
Esta forma de ver Caracas se hace muy distinta cuando se viene de otra región,
con características distintas, como lo son las áreas urbanas de los llanos
venezolanos, en donde la tranquilidad, la menor densidad de población y de
tráfico, reflejan diferencias en el modo de vida de ambas ciudades.
Para alguien que viene de otra región, esta
forma de ver Caracas no es la misma a la del propio caraqueño, su modo de vida
es muy distinto al que se conoce en la ciudad, pasa a un plano en donde se ve
la modernidad cara a cara, esa modernidad acentuada por ser la ciudad su
principal escenario.
La impresión que se tiene de Caracas, en el
momento de apreciarla en persona provoca un impacto, como si se despertara de
un sueño, como dice Salvador Garmendia en su texto “Veinte años de calle, ruido
y superficie”: “¿Qué hubo entre tanto? Pienso que me es difícil nombrar por
separado las cosas de Caracas que me impresionaron en ese tiempo, pues todas
forman una desconcertante talla de mil caras”
.
La primera impresión que me dio Caracas fue ver
esa gran cantidad de vallas publicitarias, la cantidad de centros comerciales,
sus avenidas, sus edificios, entre otras cosas que me dan una sensación de
Caracas (identificándola como tal) más a fondo de lo que se relata.
Pero no todo de lo que se ve es internacional,
porque tampoco se deja a un lado lo que es
tradicional, por eso es que también están presentes esos centros
públicos (bulevar, plazas, teatros, entre otros) en los cuales se puede pasar
un rato agradable y sentirse más en Caracas que en otro lugar. Es por eso que
las ciudades no deben parecerse a otras, sino que deben representar lo que son.
Para un llanero cuya vida es más apacible, que
pasa la tarde bajo un frondoso árbol y que sus preocupaciones no van mas allá
de lo normal , es difícil adaptarse a la vida de Caracas, la cual es más agitada
y agotadora, en donde cada quien está pendiente de sí mismo y de no llegar
tarde a un lugar.
“En el Llano no hay arriba ni hay abajo, ni
antes ni después, cuando creo que estoy yendo, puede que esté volviendo” dice
el músico folklórico Ignacio “Indio” Figueredo, quien hace notar que en el
Llano tiene toda esa paz y tranquilidad, esa despreocupación y esa inspiración
que él necesita. Para él Caracas es representa una “amenaza”, debido a esas
diferencias de características de lo que él conoce y que teme no reconocerlo.
Pero no todo lo que provoca ese impacto de
asombro está presente en lo arquitectónico y urbanístico, sino que también en
lo tecnológico. La tecnología avanza en un parpadear de ojos, en donde entran
las TIC (Tecnologías de la Información y
la Comunicación) que son medios tecnológicos que utilizan las personas para el
desarrollo de sus actividades (mercantiles, informáticas, políticas, entre
otras).
Todos estos cambios que trae consigo la globalización hacen que las
cosas no sean únicamente regionales y nacionales, sino que también son
internacionales y universales, que es lo que expresa José Ignacio Curbujas
sobre Caracas en su texto “La ciudad escondida”: “Eso es lo que somos. La
aproximación a una certeza universal, la impunidad de representar al mundo con
altivo desparpajo”.
Estos cambios crean esa marca de algo distinto
sobre las personas que habitan la ciudad de Caracas. Pero a una persona del
Llano esto le crea un asombro total que hasta le puede crear temor por eso que
desconoce, teme que algo suyo cambie por completo.
A veces cuando camino por las calles de Caracas me quedo asombrado por
la cantidad de franquicias internacionales que hay, puedes disfrutar de un
plato típico de otro país sin salir del tuyo, puedes encontrar distintas marcas
famosas de otras partes. Es algo increíble, se puede disfrutar una gran
variedad de cosas provenientes de otras partes del mundo prácticamente en un
solo lugar.
Para alguien que es de Caracas, puede notar los
cambios que se han producido y de cómo se va desarrollando; por otro lado esto
me representa algo más que eso, es algo más grande, debido a ese cambio tan
drástico de las cosas que tengo frente a mis ojos, de las cosas que conozco y
de las que todavía no.
La forma de ver las cosas y el impacto que los
cambios que estas producen es más fuerte cuando esos cambios son mucho más
repentinos de lo normal, siendo el traslado del Llano a Caracas, del campo a la
ciudad. Pero todos estos cambios tarde o temprano terminarán abarcando otras
regiones de una forma más lenta de como lo es en la ciudad, principal escenario
de la modernidad.
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