Vas viajando, te quedas dormido por un rato
en el autobús pero de pronto te encuentras en la parada y bajas de la unidad
todo somnoliento. Al encontrarte ya en el piso ves diez vendedores ambulantes
en la parada, una persona pidiendo para alimentarse, una serie de edificios
altos y una multitud que parece caminar en una sola dirección. ¿Alguna vez te
ha ocurrido? Si tu respuesta es sí, y efectivamente te encuentras en Venezuela,
lo más probable es que solo venga una cosa a tu mente: llegaste a Caracas. Este
es un escenario que tienen los venezolanos guardado en su imaginación como la
representación de lo que significa arribar a la capital del país.
Ubicando el
punto de inicio del recorrido desde Plaza Venezuela es visible como una gran
cantidad de personas se bajan en esta parada, cada una haciendo actividades muy
diferentes, por ejemplo: unos fuman, unos van en su patineta, unos en camisa y
corbata hablan por teléfono, aparentemente resolviendo problemas de trabajo, y
otros parecen estudiantes. Caracas es la capital de Venezuela y representa
psicológicamente modernidad y progreso en el imaginario de los venezolanos. Hay
algo que todos los que van pasando por la parada tienen en común: caminan en
una misma dirección. Es fácil descifrar el motivo. En la metrópolis más
desarrollada del país hay muchas razones por las cuales las personas se tienen
que desplazar desde distancias considerablemente grandes y el método que más
rápido lo permite es el Metro, un sistema eficiente en el que muchos caraqueños
y visitantes de la ciudad encuentran día a día una solución a su necesidad de
transporte.
Entre paso
y paso, caminando en forma prácticamente recta, se atraviesan un par de cruces
con el típico caos que se puede esperar en la capital. Conductores apurados
tocando corneta y otros quizás en igual apuro pero que presentan una actitud un
poco más paciente forman una cola que es regida por el “policía” tecnológico de
tres colores. Si se analiza la actitud de los conductores se refleja que varios
no respetan las luces del semáforo, esperan sobre el rayado que indica el cruce
de los peatones y ejecutan maniobras imprudentes al volante que ponen en
peligro físico a ciertos transeúntes que caminan por la calle. ¿Cómo se puede
disfrutar y caminar tranquilo por una ciudad cuando no se puede confiar en el
criterio de conducción de los que están al volante? Hay un problema serio con
lo que es el acatamiento de las leyes nacionales que aparentemente ni la
policía ni los otros que tienen la responsabilidad velar por el bienestar
ciudadano están muy interesados en hacer cumplir. Al estar el semáforo en rojo
pasan los ciudadanos que esperaban, cabe destacar que la mayoría no usa el
rayado y esto tampoco ayuda al orden en la ciudad. Luego del segundo semáforo
después de la última entrada del Metro en Plaza Venezuela se llega al bulevar
de Sabana Grande.
Lo primero que puede chocar con los
paradigmas de una persona que no lo conozca es que es un lugar que actualmente
está realmente muy bien organizado y bastante pulcro. Claro está que se tiene
personas que recojan la basura que botan los malos ciudadanos todos los días y
los comerciantes informales que se adueñan de un sector de este espacio público
para su beneficio pero no aceptan la responsabilidad de la limpieza. El orden y
la seguridad del ambiente lo mantienen los policías y otros organismos de
seguridad del Estado que se encuentran cada dos o tres cuadras. La labor de los
oficiales es de extrema importancia si se toma en consideración que sólo en los
espacios públicos se puede hacer política. Si se ofrece una ciudad en buenas
condiciones un mayor número de personas se verán atrapados por la belleza de su
ciudad y se motivarán a disfrutarla y a cuidarla, esto implicaría que les
enseñarían a otros cómo se debe ejercer una buena ciudadanía.
Es un lugar que vale la pena visitar y
conocer. Al comenzar el recorrido se ve todo bajo normalidad, tal y como se
puede esperar: vendedores y gente caminando de ida o de venida, tiendas de
muchas variedades, lugares para sentarse, puestos de comida y un parque
infantil. ¿Un parque? Sí, efectivamente aquí se encuentra la primera
peculiaridad de este bulevar moderno rescatado por PDVSA La Estancia. Este
centro cultural ha venido ejerciendo una labor importante en el ambiente
cultural en la última década
principalmente en la región capital del país. En la gestión del gobierno actual
se ha impulsado y promulgado la importancia del arte y cultura venezolanos y se
tomó como proyecto recuperar este bulevar que clamaba por ayuda a los
gobernantes para recuperar el buen estado que le dio fama y que lo convirtió,
en su momento, en un ícono de la ciudad de Caracas.
El
parque infantil es un espacio que refleja la globalización actual, que muestra
su modelo de bulevar moderno en el cual
debe existir algo más que simples tiendas para comprar. Si se le pregunta a
cualquier venezolano de los años ochenta o antes, lo más probable es que al
mencionarles la idea de colocar un parque en un bulevar les parecería algo muy
extraño y rechazarían la propuesta. Esto responde a los valores que se les han
inculcado a las personas de esa generación a lo largo de su vida y al
imaginario que cada uno tiene de ciudad.
Un poco más adelante en el bulevar dos
jóvenes son atacados por los vendedores ambulantes que buscan día a día
producir algo de dinero para llevar a sus casas.
Los jóvenes acceden a escucharlos, quizás
con miedo, pero en fin escuchan las propuestas y terminan comprando el producto
ofrecido. Tal y como lo menciona el autor Julio Ramos en su libro Desencuentros
de la modernidad en América Latina “La
flanería es un modo de entretenimiento distintivo de esas ciudades
finiseculares, sometidas a una intensa mercantilización”. La sociedad venezolana encaja en esta
descripción. Otro factor que puede llevar a los jóvenes y en general a
cualquier persona a consumir los productos de los vendedores informales es la
delincuencia, ya que se sabe la inseguridad tan grande que está viviendo el
país. Según cifras dadas por el ministro
de Interior, Tareck El Aissami, Venezuela cerró el año 2011 con un total
de 14.092 asesinatos. Muchas
personas prefieren comprar cualquier cosa que se les ofrece en lugar de correr
el riesgo de que uno de estos vendedores sea un criminal y termine agrediéndolo
físicamente debido a no “colaborarle”.
Prosiguiendo el recorrido se continúan
viendo tiendas, locales de comida y gente, mucha gente caminando de un lado a
otro, unos apurados y otros que parecen tener una intensión de recreación. Un
poco más allá de la mitad del bulevar se encuentra la única representación del
arte urbano, un graffiti con dos ratones y uno de ellos muy particular porque
parece estar tocando una trompeta. Existen otros registros de arte ya que
aproximadamente cada cuatro cuadras existen obras por el centro de la calle
para la admiración de todos los que pasan y buscan promulgar el sentimiento de
identidad y orgullo hacia los artistas plásticos venezolanos. (Cerca del final del bulevar se encuentra el
aspecto más curioso: unas barras para hacer ejercicio).
Esto
si es innovación y globalización total. Esta es una idea completamente nueva ya
que el concepto básico que se tiene de bulevar es un lugar de paseo y compras,
pero ahora se le incorpora el ejercicio como atracción para llamar a la
población a que lo visite. Y es un concepto bastante fresco e interesante que
quizás si se sigue incorporando a lo largo del país puede recuperar el interés
de la sociedad por los espacios públicos y su ánimo por salir y disfrutar en
plenitud de estos espacios. Si existe alguna forma de mejorar un país, es
cambiando la cultura y la forma de pensar de su sociedad. Los espacios públicos
son escenarios que pueden ayudar en esta búsqueda. Partiendo de unos sitios en
buen estado se pueden gestionar actividades que enriquezcan la cultura y que
promulguen el sentimiento nacionalista y la búsqueda de un mejoramiento de las
áreas tanto públicas como privadas. Una vez recuperado el interés de las
personas por su ciudad se les puede fomentar una conciencia de ciudadanía para
que actúen y se involucren políticamente con el país y, de esta manera, con una mayor cantidad de ciudadanos activos se pueden
generar muchos más proyectos que generen un bien en la nación.
(Por problemas en el blog no se pudieron
montar las imágenes del siguiente ensayo)
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