Caracas, capital
y principal ciudad de Venezuela, centro financiero y cultural del país, el cual
alberga cerca de seis millones de habitantes;
lugar que desde mediados del siglo pasado, con el llamado “éxodo campesino”
se vio inundada, al igual que otras ciudades del país, por inmigrantes
campesinos en busca de mejoras económicas. A partir de lo ocurrido, Caracas
comienza un proceso de evolución y desarrollo, obteniendo alguna vez el título
de principal y más moderna metrópolis Latinoamericana.
La ciudad de
Caracas ha sido fuertemente intervenida por la modernidad. Grandes
construcciones arquitectónicas, así como la clara desfragmentación
socioterritorial, son solo algunas de las características que podemos observar
a lo largo de sus calles, plazas, bulevares y avenidas, las cuales representan
las caras tanto positivas como negativas de dicho proceso modernizador.
Asimismo, Caracas es una ciudad caracterizada por la agitada vida de sus
habitantes y de aquellos quiénes transitan diariamente por ella, un sinnúmero
de sensaciones y estilos, personas de distintas razas y creencias, caminares apresurados,
embotellamientos, alarmas y cornetas de vehículos, abarrotan y se cohesionan en
calles y avenidas de tan agitada metrópolis.
Surgen entonces
las ideas de los distintos tiempos que se viven en la ciudad, de modo tal que
cada individuo se desenvuelve de diferente manera según el contexto o ambiente
donde éste se desarrolle, es decir, el tiempo corresponde a la interdependencia
existente entre el individuo, la sociedad y la naturaleza, tal como plantea
Norbert Elias en su libro “Sobre el tiempo” (1957), el cual expresa que “A
menudo parece que el individuo se enfrentase al mundo como ser aislado, y se
comportase en consecuencia. Asimismo la sociedad y la naturaleza se presentan
como mundos independientes. Estudiar el tiempo puede tal vez contribuir a
corregir esta imagen errónea de un mundo con comportamientos estancos.” (p.
25)
A partir de lo
anteriormente descrito, podemos indagar acerca de qué percepción de tiempos
podemos encontrar en una ciudad como Caracas, por lo tanto debemos tener en
cuenta la diversidad de ambientes y espacios que se encuentren en la misma. Así
pues, podemos realizar una breve descripción de la geografía caraqueña y sus
espacios, de este modo, Caracas es muchas veces descrita como una “jungla de
cemento” o en su defecto de concreto armado. Grandes y amplias autopistas
interconectan los distintos municipios que conforman su área metropolitana,
alta densidad de edificios con características arquitectónicas de los años
sesenta y setenta llenan sus espacios, y
algunos otros más vanguardistas hacia la zona del este: parques, plazas y caminerías que muchas veces
poco se perciben ante la amplitud del espacio urbano, aún así, Caracas posee
ciertos privilegios, ya que se encuentra situada en medio de un valle
relativamente alto y posee el regalo de la naturaleza denominado “Parque
Nacional Guaraira Repano”.
Ahora bien,
conociendo el ambiente general de la ciudad de Caracas y tomando en cuenta el
concepto propio de la percepción del tiempo, podemos indagar libremente en la
forma mediante la cual éste es llevado por los individuos caraqueños. Es fácil
inferir que se lleva un tiempo acelerado, perfectamente correspondiente a
dinámica de la ciudad; lo que resulta realmente interesante es la existencia de
espacios públicos en pleno centro urbano, dónde dicha percepción de tiempo no
posee validez, de modo tal que se lleva un tiempo totalmente distinto al
anterior.
En este orden de
ideas, hacemos referencia a la denominada zona de “Bellas Artes”, la cual se
encuentra anexa al centro geográfico de la ciudad. A los alrededores de Bellas
Artes, nos encontramos con el ya descrito dinamismo de la ciudad de Caracas:
tráfico, gran cantidad de personas apresuradas en su caminar, esperando por el
transporte público, realizando algunas compras, teniendo siempre presente ése
espectro que como venezolanos llevamos con nosotros, mirando sobre nuestros
hombros, atentos y prejuiciosos ante cualquier sujeto o situación que se
avecine. Al adentrarnos en Bellas Artes, podemos observar la forma en cómo este
dinamismo cambia, de modo que se tiene la sensación de estar en medio de un
“oasis” en el centro de la ciudad. Resulta interesante la percepción de un
cambio de tiempo, dónde ahora las personas transitan tranquilamente por las
aceras, paseando y mirando las ventas callejeras de artesanías. Los hippies
sentados tejiendo y haciendo sus manualidades destinadas al comercio,
transeúntes con caminares pacíficos y observadores.
La zona de Bellas
Artes hace alusión a su nombre, en ella
podemos encontrar varios museos y
teatros, lo que representa la zona cultural de la ciudad, de igual forma, se
encuentra el parque Los Caobos, lugar tranquilo y de esparcimiento con gran
cantidad de árboles y esculturas, manteniendo el tono con dicha esencia
cultural de la zona; en el parque, personas de avanzada edad conversando o
ejercitando, y niños corriendo y jugando a lo largo del parque, lugar que
parece estar apartado de aquella apresurada ciudad.
Resulta entonces
importante retomar y señalar la forma en que dicha zona, inmersa en el centro
de la ciudad, posee un ritmo y vive un tiempo diferente al de algunas calles
atrás y el resto de la misma, lo que corresponde a la forma de interrelación entre
el individuo, la sociedad y el ambiente presente. De esta manera, la cohesión
entre los museos, teatros, plazas, amplias aceras y el parque resulta un
ambiente propicio para el desarrollo de actividades culturales y de
esparcimiento, transmitiendo una esencia “bohemia” a la zona, que contagia a
los transeúntes y los lleva a adentrarse en el tiempo propio del lugar.
Entonces, dentro
de una ciudad pueden coexistir distintos tiempos, los cuales se verán sujetos a
los cambios entre la interacción de los individuos, los espacios y la sociedad
misma. En la ciudad de Caracas ocurre exactamente lo mismo, dónde a pesar del dinamismo propio
de la ciudad, el cual la ha caracterizado por un tiempo constantemente
acelerado, en ella existen lugares donde este es llevado de manera distinta.
Lugares que transmiten serenidad al individuo, de esta forma, la correlación
individuo-espacio será la proveedora de dicho nuevo tiempo, calmado o
desacelerado en contraste con el anterior. Podemos afirmar que el espacio juega un papel
fundamental en la percepción del tiempo, lo que tendrá un efecto directo sobre
la persona y su comportamiento.
Resulta
importante resaltar la forma en que los ciudadanos transitan entre distintos
tiempos a medida que recorren la ciudad, donde, de igual manera, el espacio
forma un aspecto fundamental en el asunto. Así pues, mientras un dividuo
transite por un lugar ajetreado (gran cantidad de vehículos, personas, ruido,
entre otros), el tiempo percibido será acelerado; ocurriendo lo contrario en un
ambiente totalmente diferente. Todo esto ocurre constantemente en Caracas, ya
que si retomamos lo anteriormente descrito, podemos observar como a medida que
se transita unas cuadras atrás de la zona de Bellas Artes, se percibe un tiempo
acelerado, cosa que al llegar a dicha zona, cambia completamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario