La ciudad no es solamente un lugar que
se habita por muchas personas, ella cobra una importancia simbólica para cada
sujeto que se apropia de ella, que la siente suya: una mezcolanza de vivencias,
recuerdos, añoranzas y sueños convierten a la ciudad en un factor medular para
la vida de cada ciudadano. Caracas, la capital de Venezuela, principal centro
político, administrativo y económico de la Nación, que a pesar de haber
impulsado a muchas personas del interior del país a dejar sus tierras por venir
en busca de la prosperidad, no escapa de las desigualdades y discontinuidades a las que está expuesto todo
el territorio nacional. Caracas se constituye en una ciudad de contrastes por
excelencia, parece haber sido creada por los mismos que descubrieron la
necesidad cuántica de que por cada partícula con carga positiva existente, debe
existir una respectiva partícula con carga negativa asociada.
Tediosa y casi imposible tarea la de definir a esta
ciudad, cualquier adjetivo sería tan válido como fuera de lugar; la única
característica omnipresente en ella es el contraste, la contraposición: Caracas
puede ser tan hermosa como fea, puede seducirte con sus encantos, como puede
también ahuyentarte con sus terrores. Por supuesto que todo esto es algo
subjetivo, cada cabeza es un mundo y cada individuo está sujeto a coyunturas
que pueden ser poco menos que opuestas a la de su vecino, cada sector de
Caracas muestra una realidad específica que no necesariamente es la de otro
sector, cada individuo tiene intereses, problemas y motivaciones propias que
hacen darle un sentido diferente a su concepción de ciudad.
Es muy interesante apreciar la relación que tiene Caracas
con la naturaleza, una metrópolis en la cual se estima que hacen vida más de 6
millones de seres humanos y en la que es obligada la presencia de algún área
verde o aunque sea un árbol que te brinde su sombra, en cualquier zona que
visites, una ciudad en la cual los sonidos de pájaros y chicharras se hacen
presentes y contrastan con el rugir de los vehículos (solo hace falta cerrar
los ojos por unos segundos para percatarse de ello). Una ciudad inmersa en un
valle, desarrollada en las faldas del Ávila, tiene en su ADN la naturaleza, una
característica de la cual jamás podrá deslindarse, un contraste deslumbrante
entre lo urbano y lo natural que hacen olvidarte de la alienante rutina urbana
para acercarte, aunque sea por un instante, a ti mismo, a tus raíces.
La educación es un factor esencial que se debe tomar en cuenta, está asociado directamente con la igualdad de oportunidades, una persona formada buscará la manera de salir adelante; la redistribución de la riqueza es otro factor de capital importancia a la hora de pensar en una sociedad más justa, no se trata de regalarle nada a nadie, sino de dar las oportunidades y el apoyo necesario para que cada quien pueda surgir: por más conocimientos, capacitación, buenas ideas y empeño en trabajar que tenga una persona, si no cuenta con los recursos iniciales necesarios no podrá avanzar. El mercado no tiene por qué desaparecer, de hecho puede jugar un papel interesante en la redistribución de recursos, lo que sí debe existir es un control efectivo por parte del Estado que corrija los desequilibrios y vele por el bien común de la sociedad, recordemos que esta es la función primaria del Estado.
El poblamiento de Caracas sin planificación ni controles ha
sido una realidad desde hace mucho tiempo, quizás los últimos esfuerzos con
resultados claros fueron hechos durante la dictadura de Pérez Jiménez, en los tiempos
del llamado proceso desarrollista, con construcciones de gran envergadura y en
el cual la presencia de ranchos se había reducido a la mínima expresión, luego
de la caída del régimen perejimenista, con el “plan de emergencia”, programas
similares, la falta de empleo y servicios básicos en el interior de Venezuela,
se incentivó la migración masiva de personas del campo hacia la ciudad, sin la
más mínima planificación urbana y sin la presencia de programas dedicados a
ayudar a la inserción laboral de estas, lo que trajo como consecuencia la
marginación y la exclusión de grandes sectores. Sin embargo, el profesor
Ignacio Cardona sostiene que ciertamente la ciudad de Caracas sufrió un gran
aumento en su población luego del boom petrolero y que el desorden ha sido una
constante en la ciudad, no obstante sostiene que no es cierto que la población
sea un problema per se, la cantidad de población no es tan grande considerando
el área total de la ciudad, Cardona hace referencia a una frase muy común en
los caraqueños en los días de asueto “Que hermosa es la ciudad vacía”, vale la
pena preguntarse si ese “vacío” responde a la ausencia de personas o a la
ausencia del congestionamiento, ruidos, etc. Me inclino por la segunda opción,
una ciudad sin personas no tendría razón de ser, el hombre es un ser sociable
por naturaleza. Entonces podemos inferir que el problema radica en el caos de
la ciudad, en el bullicio, el estrés, la contaminación y tantos elementos que
bombardean al ciudadano en su día a día. La solución tiene que venir dada por
la planificación urbana, medios de transporte masivos eficientes que hagan
superfluo el uso de automóviles particulares, etc.
El transporte público es un elemento de
vital importancia para una ciudad, todos los habitantes de ella deben
trasladarse de una parte a otra, ya sea para ir a sus lugares de trabajo, hacer
diligencias, actividades de esparcimiento, entre otras. Muchas veces las
distancias que se deben recorrer son muy extensas y se debe recurrir a medios
de transporte, surge el inconveniente de que es simplemente imposible,
insostenible que todos los habitantes de la ciudad cuenten con un automóvil, en
cuyo caso se debería pensar si la ciudad está hecha realmente para las personas
o para los automóviles por toda la infraestructura que estos acarrean. El
desarrollo de la ciudad debe estar en consonancia con el desarrollo de un
sistema público de transporte eficiente, a todos los niveles, es un factor que
eleva sustancialmente el nivel de vida de los ciudadanos y su interacción con
la ciudad, con otras personas, ya que el medio de transporte público también se
constituye en un espacio público y su mejoramiento redundará en el bienestar de
los habitantes de Caracas. También hay que considerar que humana caminar o trasladarse
en bicicleta no es un delito, la locomoción con tracción es la forma más
económica y saludable de ir de un lugar a otro.
El contraste puede ser algo magnífico a la hora de apreciar
un entorno, permite estimar con mayor claridad la realidad, da un punto de
comparación directo; aunque cuando hablamos de que el contraste es el creado
por seres humanos que viven en la miseria y otros que viven en una vida de
despilfarro desenfrenado debemos por lo menos hacernos la pregunta de si las
cosas marchan bien, no hace falta ser muy letrado para comprender que las
grandes diferencias entre las distintas clases sociales y la exclusión genera
un caldo de cultivo para un desastre, una tensión, una pugna por obtener lo que
el otro tiene, y un miedo por la posibilidad de que alguien atente contra lo
que es de uno (dos caras de la moneda).
Ante esta realidad podemos tomar el camino fácil y cerrar
los ojos, discriminar “lo bonito” de la ciudad para que sea lo único de lo que
nuestra visión se percate o dar un paso al frente e intentar comprender dicha
realidad, enfrentarla, aunque quizás sea imposible cambiarla, siempre el primer
paso para resolver un problema es aceptar su existencia. Las grandes
diferenciaciones son un problema que viene arrastrando desde hace muchas
décadas, nuestra generación no es la culpable de estos males, pero sí es responsable
de luchar porque esta realidad cambie. Más allá del mundo de las percepciones,
la cruda realidad es esa, probablemente no sea una excepción dentro de las
grandes metrópolis del mundo pero aun siendo así, nosotros no debemos seguir
modelos por simple inercia, debemos hacer uso de nuestra capacidad crítica, de
nuestra esencia ciudadana y política para acabar con las injusticias.
Para concluir, es importante resaltar que
la modernidad ha traído grandes avances que se traducen en mejoras sustanciales
en el nivel de vida de los ciudadanos, no se trata de satanizar estos avances,
pero sí de cuestionarnos frente a la realidad que se evidencia en toda la
ciudad, esas discontinuidades sociales y la exclusión de grandes sectores a la
dinámica de desarrollo son inaceptables si nos proponemos construir una
sociedad justa y en la cual prevalezca el interés común. Por otro lado, dejando
a un lado la temática social, los contrastes que caracterizan a la ciudad de
Caracas no son un problema, todo lo contrario, enriquecen a la metrópolis, una
ciudad es justamente diversidad, convergencia de distintas concepciones, formas
de pensar y estilos. Sí se puede construir una ciudad más armoniosa, más
habitable, más humana, y precisamente uno de los rasgos más humanos es la
diversidad y el antagonismo, pero siempre considerando la existencia del otro.
La empatía es un gran compañero para formar un criterio.
Excelente!
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