jueves, 12 de julio de 2012

El universo de Caracas Por Alexander Suarez


Una sociedad sometida por la publicidad, la cultura del fetichismo, políticas populistas que apoyan el desarrollo de la sectorización entre sus habitantes y la falta de cultura de tolerancia, justifican  la violencia de Caracas y su poca creencia en la educación. Problemas tales como la inseguridad y el facilismo son aspecto que convergen en la Caracas que agoniza entre la esperanza de pocos que aún luchan y creen en una sociedad mejor, una sociedad sin miedo, con habitantes políticos y orgullosos de sentir la ciudad y lo que ella ofrece. Caracas como su cielo nocturno, muchas veces ahogado entre la contaminación, representa en sí misma una gran diversidad de posibilidades que generalmente el caraqueño no reconoce. La contaminación que no permite en las noches de nuestra ciudad apreciar sus puntos cardinales, en los cuales gracias a nuestra ubicación geográfica  es posible ver  las estrellas de la vía láctea y el resto universo brillar junto a esos tres puntos resaltantes del cielo caraqueño,  hacen  en fondo y forma la interpretación de Caracas como un ciudad de sueños, de  aprendizaje por lo diferente y administración de los recursos disponibles en las crisis como oportunidades de  progreso y fortalecimiento de nuestra  cultura.

Caracas es representada  por la convergencia de millones de personas que habitan en ella, es una cultura subjetiva interpretada por su naturaleza que brilla y brota en el cielo, entre el concreto y se expande  a través de cada uno de los que habitamos en ella. Así como el smog de los miles de automóviles que circulan día a día en las calles de Caracas, nosotros le quitamos y lo ponemos vida a nuestro cielo, al brillo de las estrellas que se podría ver en muchas noches sobre nuestra ciudad, pero intrínsecamente, por diversas razones, hemos conquistado las montañas caraqueñas, unas llamadas colinas y otras reconocidas como cerros y que ambas se confunden cada noche entre el horizonte oscuro y son observadas  como estrellas que irradian su grandeza, su potencialidad  y embellecen la ciudad.

Caracas, es una realidad distinta a cada ciudad de Latinoamérica, a cada lugar del mundo, ella en el día representa  un caos  producto del ritmo del mercado acosador y el consumismo, en donde pareciera  que cada persona  debate constantemente  con las tentaciones que ofrece el marketing y es frágil al no poseer dinero, pero, a su vez, es una prueba de esperanza para cada persona que vive en ella y lucha día a día con dicha dinámica y no se cansa para encontrar razones que justifiquen las ganas de salir y seguir adelante.

Sus casas marrones  sobre las montañas en el día pueden apreciarse como un símbolo de esperanza, en el cual cada mañana las personas que allí habitan son  parte de la marginalidad de la ciudad y en la noche las luces de sus casas deslumbran y consiguen confundirse con el cielo, para así representar a Caracas como la belleza natural de su espacio aéreo, en belleza y dinámica, en esperanza y libertad.

El espacio aéreo de Caracas, es decir, el cielo que podemos divisar en nuestra ciudad, posee el privilegio de  contener las estrellas de la vía láctea y el resto del universo, es decir, la diversidad astronómica en sí misma nos permite observar una de las bellezas de la naturaleza, además de poder divisar tres puntos sobresalientes de color rojo, blanco amarillento y azul  que son los planetas, Marte, Júpiter y Plutón, respectivamente. El universo es un espacio aún desconocido para el hombre en muchos aspectos, la energía se transforma continuamente y se esparce con colores brillantes  en él, estrellas mueren y explotan y le dan origen a otras galaxias para así  continuar lo que es el ciclo desconocido  del universo. Las luces de Caracas son el espejo de las estrellas que irradian sus colores sobre nosotros, pero debido a la contaminación y el ritmo agobiador de los caraqueños se hace imposible apreciar lo que Caracas representa desde el aire, es decir un horizonte  de esperanza producido por la divergencia de lo diferente y muchos modos de vidas  en un mismo espacio.

Caracas dejo de ser la ciudad de los techos rojos para pasar a ser la ciudad de las cifras rojas, de las montañas rojas de día, un lugar en el cual la  política es el  café de cada mañana pero el ser político es una utopía. La educación paso del plano de superación al modelo más lento para salir adelante pero claro está, como Eliseo Diego da entender  en su micro-texto de Literatura Latinoamericana,  si es posible sentirse extranjero en nuestra propia ciudad debido a lo que percibimos nos hace tan ajenos ya que representa lo que no queremos.

Nuestra ciudad es un espacio como nuestro cielo, en él la dinámica del día  a día logra alcanzar niveles de energías  tan altos que el delirio entre los habitantes(o la falta de cultura y educación) hace que el facilismo se haya convertido en una filosofía de vida  para muchos, a tal punto que las balas de los barrios y las colinas brillan como las estrellas fugases que se expanden por nuestro espacio llamado ciudad. El universo encendido no brillaría, perdería su belleza, así como Caracas lo hace al despertar y ver el producto de las hermosas estrellas fugaces de la noche que al apagarse dejan cifras escandalosas y enlutan la ciudad de una realidad que no reconocemos así como no reconocemos lo que es nuestro cielo en sí.  En promedio en los últimos 13 años han ocurrido más de cien mil muertes violentas en nuestra Gran Carcas y desde el quince de junio del presente año hasta el lunes  veinticinco de junio han ingresado ciento ochenta y cinco cadáveres a la  morgue de Bello Monte. 

Vivir en Caracas es realmente una aventura que hace que los sueños surjan sin importar que una estrella fugaz, a la velocidad de una bala apague la aventura de cada persona, de cada caraqueño que enfrenta la misma realidad en diferentes puntos cardinales en el cual convergen y divergen las personas y elementos que nos identifica como una ciudad moderna que aspira ser, de una vez por toda asumida como una realidad distinta al resto de las ciudades del mundo. El caraqueño crítico y de cambio desea que cada persona que habita en su ciudad se convierta en un ser crítico y que  entienda que la magnitud de nuestros problemas depende de la calidad de nuestras decisiones.

Finalmente, me atrevo  a representar a Caracas como varios  elementos de inspiración que me llevan a pensar que ella es más grande de lo que se ve, que es en gran medida lo que  puede conocer el hombre como sinónimo de belleza, respeto y empatía por conquistar un lugar donde la libertad  es una oportunidad de sentirse bien y a la vez un riesgo para la seguridad. Caracas es como volar de cabeza  e ir conquistando el cielo, impone una gran diversidad de cultos y paisajes que se ve expresado en una planta que sale del concreto,  cautiva  como un graffiti de sentimientos en medio del río Guaire y entre millones de personas existen aún algunas que trabajan y sueñan en construir un país mejor.Caracas me inspira para trabajar por defender nuestra cultura pero me ahoga y no me deja apreciar un punto de encuentro con lo que no invade mi espacio, es decir el cielo de esta ciudad que es un  punto de encuentro con la belleza del mundo que nunca se apagará, es decir las estrellas de nuestro cielo.

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