Antes del descubrimiento de América, Venezuela no existía
en el mapa ni en el conocimiento de la época, era una tierra sin límites, que solo
pertenecía a las plantas, a los animales y a una civilización silenciosa y autóctona que existía para ese momento. Con
la llegada de los colonos españoles esto cambió. Se delimitó esta tierra
llamada Venezuela y se comenzaron a construir pequeños conjuntos de hogares envueltos en la transculturización característica
de una colonia. Por ello estos nuevos poblados se caracterizaron por poseer
como en la España de la época, en su centro una Plaza Mayor, rodeada por una
iglesia, el Cabildo del pueblo y las casas del poblado las cuales recibían
mayor o menor importancia dependiendo de
la cercanía a dicha plaza. Ese fue el inicio de la formación de las ciudades en
nuestro país.
Al pasar el tiempo, estas colonias fueron creciendo,
forjando su independencia, cambiando su estructura, su gente, alimentándose de migraciones,
de modernismo, de avance tecnológico, de necesidades de cambio. Y así se transformaron aquellas originarias
colonias y se comenzó a usar un nuevo concepto al que denominaríamos ciudad.
Una ciudad que va teniendo un crecimiento progresivo e indetenible, que irá
cambiando de acuerdo a la voluntad de la gente que la conforma y la influencia
del desarrollo que va teniendo del mundo exterior. Las grandes ciudades, las
Megalópolis no dejan de crecer y cambiar, y las pequeñas a su vez buscan convertirse e igualar estas
características de crecimiento y modernización.
Los Teques, ciudad natal de mi familia, no ha escapado de
dicho cambio y es un vivo ejemplo de lo que representa la búsqueda de la
grandeza de una ciudad. Años atrás, la
ciudad de Los Teques, capital del estado
Miranda, era una población pequeña, con una temperatura muy fría por estar situada en una zona montañosa, a unos 1400 metros sobre el
nivel del mar. Conectada a la ciudad Capital, a través de las vías conocidas
como la Carretera Vieja y la Panamericana. Se ubica a tan solo a unos 25 kms de
la ciudad de Caracas.
Los
habitantes en su mayoría son familias
nacidas allí o llegadas de otras ciudades atraídas por su clima fresco. Por su
pequeñez y sencillez, las familias se conocieron entre sí, compartiendo esa
tradición de pueblo colonial, con plazas (Plaza Bolívar, Plaza Guaicaipuro,
Plaza Miranda), iglesias (La catedral y
La iglesia El Carmen), lugares históricos (Casa Arturo Michelena), sitios
recreativos (Parque los Coquitos) y la ingenuidad que caracteriza a un pueblo tranquilo, genuino, conservador de
sus tradiciones y de poca exigencia en su
vida cotidiana.
Con el pasar del tiempo, y aún sin darnos
cuenta, esa imagen de pueblo fue cambiando. Los Teques por su cercanía a la
capital y como esparcimiento de lo que se llamó satélite de Caracas, empezó a
crecer en forma desmedida y se fue
transformando en forma no adecuada. Comenzó con la aparición brusca y no
planificada de nuevos centros habitacionales. La construcción de esos conjuntos
residenciales tanto en su casco central como en sus alrededores, desencadenaron
nuevos inconvenientes en el desenvolvimiento diario de la ciudad, por lo tanto
de un pueblo pequeño escondido en la montaña y caracterizada por su clima
ideal, pasó a ser otra ciudad, con alta densidad poblacional, abarrotada de
problemas, y llena de nostalgia. De esta forma aparecieron los centros
comerciales con sus conocidos comercios trasnacionales, congestionamiento de
vehículos, metro; en otras palabras, Los Teques se encaminó en la búsqueda de
convertirse en una gran ciudad moderna comparable con alguna de las otras
grandes capitales de nuestro país. Es de hacer notar que esa evolución rápida,
moderna pero no planificada, condicionó
también un costo social, por cuanto desencadenó un aumentó la inseguridad,
desapareció la tranquilidad de pueblo, su clima frío, su neblina, sus valores
tradicionales, su identidad y por lo
tanto se modificaron grandemente su cultura y sus rasgos originarios.
Por
lo antes expuesto, Los Teques comenzó a ser ante la mirada de muchos, inhabitable,
con aumento de la delincuencia, un gran deterioro de la ciudad y a ser una víctima más del grafiti. La gente en busca de
una nueva salida del caos que se estaba formando en la ciudad, comienza a
residenciarse en las afueras de esta (Los nuevos Teques, Los Salías, El Paso,
San Pedro), extendiendo la problemáticas a su vez hacia otras comunidades.
Como
ya mencionamos, Los Teques ha perdido mucho de sus valores históricos, culturas
y rasgos que los identificaban. Lugares como la casa Arturo Michelena, Parque
los Coquitos y el Ateneo de Los Teques, son zonas que se han ido deteriorando y
han tenido poca atención; la gente ya no reconoce su importancia histórica y
cultural. Lugares como el cine
Guaicaipuro y el Teatro Lamas, que fueron sitios de recreación de mis padres,
no fueron resguardados adecuadamente en el tiempo y han sido transgredidos y utilizados para otros
fines, desapareciendo de esta forma, todas las salas de cine de la ciudad y con
ello este esparcimiento tan necesario y de tanta tradición.
Como vemos, la ciudad de Los Teques poco a poco se
ha ido “modernizando”, atendiendo el
llamado de una nueva realidad, dejando atrás en el recuerdo de sus primeros y
olvidados viejos semáforos, ubicados en
la llamada cuatro esquinas, al frente de
la vieja catedral, ahora transformada en una nueva edificación acompañada por
los modernos semáforos con nueva
tecnología, conocidos como semáforos inteligentes. También recientemente, parte
de la gobernación, ubicada frente a la Plaza Bolívar, fue reconstruida por
daños recibidos, pero la nueva arquitectura aplicada deformó los valores tradicionales
que rodeaban esta área. Una zona resguardada por su estilo colonial recibió
nuevas modificaciones en un estilo moderno.
También
la creación del metro de Los Teques se convirtió en el pacto de unión entre
Caracas y Los Teques. Desde su inauguración la ciudad de Los Teques comenzó a
ser parte real de la Gran Caracas. Fue el inicio de la deformación de Los
Teques, de su “caraqueñización” y por supuesto, de la adquisición de sus problemas.
Comenzó
un crecimiento excesivo de la población, a lo que conllevó una organización
rápida y desordenada de la ciudad. Los Teques se convirtió en una ciudad
dormitorio de Caracas. La ciudad comenzó a perder lo local, siendo influenciando por el carácter nacional y
trasnacional, buscándose parecer cada vez más a Caracas. El comercio tanto
informal como formal está bastante acentuado y no sólo en los centros
comerciales. La mayoría de las calles se encontrarán repletas de negocios,
vallas publicitarias y el comercio informal (buhonería), logran seducir al
tequeño para consumir en forma innecesaria. Se comienza la construcción de
nuevos espacios comerciales y recreacionales, como el Centro comercial Vasconia,
el Súper Líder, Los Nuevos Teques, entre otros, para atraer la atención de sus
ciudadanos.
Pero,
las ciudades adyacentes a Los Teques como Carrizal y San Antonio comienzan a
ver más atractivas para el tequeño, que su propia ciudad. Se presentan la construcción
de espacios comerciales a las afueras de la ciudad, tratando de huir de la
nueva e intransitable ciudad. Centros Comerciales como la Cascada en Carrizal y
la Casona en San Antonio, se han convertido en los centros principales de
distracción de nuestra ciudad.
El
tequeño, ciudadano que se caracterizaba por ser persona bastante familiar,
social e identificada por su cultura, cambió totalmente. Asumió una vida llena
de estrés gracias al tráfico y a conservar pocos valores de su ciudad. Aunque
algunas de las tradiciones de Los Teques todavía se mantiene, como son los
señores que juegan ajedrez en el boulevard Lamas o los que se paran frente a la
plaza Bolívar a conversar sobre las carreras de caballo.
Los Teques está
pasando por una etapa de modernización, donde veremos una pérdida de todos los
valores, pero ya comienza a formar una nueva reorganización. La recuperación y
la formación de nuevos espacios recreacionales para la gente. La construcción
de nuevos medios de transporte como la nueva extensión del metro de Los Teques,
y nuevas vías y distribuidores que permitirán mejorar las incomodidades
actuales. Con el rescate de los espacios culturales, como el parque los
Coquitos, la avenida Bermúdez, se intentará devolver sus rasgos locales.
No
se volverá a recuperar todos los valores perdidos, pero por lo menos lograremos
mantener algunos y aprender otros nuevos, ya que esa es la verdadera realidad
de una ciudad, evolucionar constantemente y adaptarse a la nueva vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario