Un hecho muy curioso me
sucedió este fin de semana, ya que decidí conocer un lugar que debería ser
conocido por cualquier caraqueño. Lo más importante de todo esto, es que por el
hecho de saber cuál es el lugar en donde se localizaba -en este caso el oeste
de la ciudad- llegué a pensar que sería un espacio terrible, con muchos
defectos, decadencia y poca seguridad, pero grande fue mi sorpresa al encontrar
todo lo contrario.
Después de tener esta
oportunidad podría decir que El Parque el
Calvario, localizado en el centro de la ciudad de Caracas, podría ser
comparado con cualquier otro parque localizado en el este de la ciudad. Sin
embargo, este hecho no siempre suele ser percibido por las mente de muchas
otras personas -como me sucedía a mí antes de conocerlo- y eso me hace pensar sobre
si la percepción de belleza estará sujeta al estado o posición socio-económico
en la que las personas se encuentren, si este es el caso, ¿qué ocasiona que
pensemos de esa manera?
Es comúnmente conocido
que el caraqueño se deja influenciar fácilmente y, por ende, tiende a juzgar
las cosas por apariencias, por comentarios de personas o impartidos por los
distintos medios de comunicación, sin tener la iniciativa de formar su propia
opinión. Esto también tiende a ocurrir
con lugares generalmente segmentados o divididos, como ocurre entre el este y
oeste de Caracas, que son zonas polemizadas y restrictivas, donde se le
atribuye la pertenencia del mismo solamente a un sector tanto social como
político, solo por el hecho de estar localizado en cierta área de una misma
ciudad.
Esta segmentación
imposibilita la unificación de la misma ciudad en donde convivimos todos y hace
que nuestra visión a lo cual no estamos acostumbrados este cegada por un
prejuicio infundado (en algunos de los casos sin basarse en los hechos). Con la
creencia que nos han dado ciertos sectores o medios de radio y televisión al
pensar que si visitas o frecuentas una zona en específico de alguno de los dos
extremos de la ciudad, quiere decir que militas o apoyas a algún sector
político en particular, o simplemente por localizarte en una zona, esta va
dictaminar el nivel económico y de educación de la persona.
Cuando nos encontramos con lugares
como éste, que han sido recuperados para el bienestar y el disfrute de todos
los sectores del área de Caracas, tal vez con la finalidad de recuperar esas
costumbres perdidas o que ya no compartimos, propias de la época de nuestros
abuelos, y te hace pensar que todo esto se realizó en un lugar que ni imaginaríamos
encontrar en medio de Caracas y mucho menos de ese lado de la ciudad. ¿Cuántos
otros lugares habrá como él?
El parque el Calvario desde su punto más alto nos ofrece una vista y perspectiva única de la
ciudad, donde podemos apreciar la mezcla y presencia de clases conglomeradas en
un mismo sector sin ningún tipo de separación más que las diferentes
edificaciones, lo cual podría ser
apreciado como signo de progresiva
modernidad.
Al mismo tiempo, el parque presenta
cambios y adaptaciones que confluyen en un mismo lugar y con la misma finalidad
(el disfrute de sus visitantes). Estos cambios fueron realizados para
satisfacer las necesidades de la población que lo frecuenta, que en su
mayoría son personas que visitaron el
parque durante su juventud.
También podemos encontrar la
confluencia de elementos, en donde la belleza de lo antiguo se asocia a la
perfección con la modernidad. Todo esto es visible en las caminerías, fuentes, estatuas,
esculturas, banquillos, la capilla, etc. pertenecientes al siglo XIX con su
característico “rococó” o toque
afrancesado, en donde podemos apreciar que tan influenciado estaba el Caraqueño
por el exterior. A todas estas características se les suma la creación de
edificaciones internas, como fuentes de soda, salas de lectura, recursos electrónicos y casetas de vigilancia
creadas con la finalidad de aprovechar todas las oportunidades de modernizar el
parque sin necesidad de desmejorar lo anterior.
Siendo anteriormente tan
solo un paseo, ahora se convirtió en un espacio público en donde se pueden desarrollar
actividades recreativas distintas.
En él pueden realizar desde
tranquilas y cómodas caminatas, escuchar y/o bailar música en vivo y hasta
disfrutar de un momento de tranquila
lectura, en la “sala de lectura Paula Correa”.
Lo que nos demuestra que
no por estar en el oeste haya que menospreciarlo. Y también que todo lugar debe
ir adaptándose a la modernidad.
(Por problemas con el blog no se pudieron subir las imágenes del siguiente ensayo)